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El materialismo histórico desde Hegel hasta Marx: Análisis
gramsciano
Historical Materialism from Hegel to Marx: Gramscian Analysis
Ysaelen Josefina Odor Rossel
https://orcid.org/0000-0003-3160-3106
acutis@acutisianos.com
Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda, Venezuela
Resumen:
El ensayo recoge escritos filosóficos, en sentido estricto, de Marx, Engels, Hegel,
Feuerbach y Gramsci y, concretamente, aquellos en los que se expone con mayor claridad
lo que se ha dado en llamar el historicismo del pensamiento marxista. No obstante, la
crítica althusseriana se ha realizado precisamente a través de la obra de Gramsci. Se
visualiza una realidad interpretada a partir del materialismo histórico-dialéctico, del
comunismo, de la alienación, de la objetividad y de la libertad, entre otros conceptos
básicos del pensamiento marxista. El historicismo marxista, germen del gramsciano, se
sitúa de lleno en la gran lucha actual por superar la crisis de la filosofía de la praxis. El
historicismo tuvo, entonces, un carácter eminentemente izquierdista y el legado de Marx
nos obliga a distinguir entre el nivel de pensamiento filosófico y la voluntad de rechazar
las doctrinas que se han convertido en ideologías que sirven a la justificación política del
socialismo moderno. La filosofía marxista de la praxis ofrece evidencia de un momento
que está a un paso de lo que se necesita: el reino de la libertad de Gramsci, desdibujado,
a su vez, por Croce y Godelier. En este sentido, el materialismo histórico, liberado de sus
nociones anticuadas de mecanicismo y determinismo, es o se desarrolla como una
filosofía que busca asumir el control total del proceso social.
Palabras clave: sociedad, libertad, determinismo, praxis, materialismo histórico.
Abstract:
The essay brings together philosophical writings, in the strict sense, by Marx, Engels,
Hegel, Feuerbach, and Gramsci, specifically those in which what has come to be called
historicism in Marxist thought is most clearly articulated. However, the Althusserian
critique has been made precisely through the work of Gramsci. It visualizes an interpreted
reality based on historical-dialectical materialism, communism, alienation, objectivity,
and freedom, among other fundamental concepts of Marxist thought. Marxist historicism,
the seed of Gramscian historicism, is situated squarely in the great current struggle to
overcome the crisis of the philosophy of praxis. Historicism had, then, an eminently leftist
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character, and Marx's legacy forces us to distinguish between the level of philosophical
thought and the will to reject doctrines that have become ideologies serving the political
justification of modern socialism. The Marxist philosophy of praxis provides evidence of
a moment that is one step away from what is needed, Gramsci's reign of freedom, which
is then blurred in turn by Croce and Godelier. In this sense, historical materialism, freed
from its antiquated notions of mechanicism and determinism, develops into a philosophy
that seeks to assume total control over the social process.
Keywords: society, freedom, determinism, praxis, historical materialism.
Notas preliminares sobre el estado, alienación, materialismo histórico;
una contraposición de Marx, Feuerbach, Croce y Hegel
Históricamente, el materialismo ha ido ligado al desarrollo de las ciencias y ha
sido consecuencia de ellas. Desde el punto de vista de Comte (2019), cada ciencia tenía
conceptos y métodos propios e independientes, lo que marcaba una clara ruptura con la
tradición de la filosofía natural, que había unificado todas las áreas de la naturaleza bajo
un marco sencillo de leyes y causas.
Los escritos filosóficos de Hegel (1770-1831), Feuerbach (1804-1872), Marx,
Engels y Lenin son las fuentes principales del materialismo dialéctico, doctrina oficial
del partido marxista-leninista, con Lenin como representante y divulgador del principio
filosófico durante la vigencia de la Unión Soviética (Zumalabe, 2006). Cuando los
principios del materialismo dialéctico se aplican al estudio de la vida social y sus
fenómenos, resulta el materialismo histórico, sociedad, historia y el estudio de esta
(Stalin, 1968).
Para Saint-Upéry (2015), entre la cada de 1920 y la desestalinización, se aprecia
una clara división entre un marxismo soviético estéril y un marxismo occidental ecléctico,
de carácter bastante filosófico y ensayístico, siempre más alejado de la praxis política; y
los diversos marxismos y el avance de las ciencias sociales están, al mismo tiempo, en
desacuerdo. En analogía, Comte (1942) describe una civilización compuesta por
oscilaciones progresivas que se extienden a diferentes espacios y en ritmos más lentos o
más rápidos, según corresponda. En este sentido, el hombre es un animal con una
trayectoria histórica (Macherey, 1989).
Marx & Engels (1972) afirman que cuando los hombres aceptan que los objetos
sostienen sus relaciones sociales, sus conciencias se distorsionan, en cuanto a la relación
histórica entre el individuo y el todo social. Cada hombre sólo puede desarrollar
plenamente sus facultades en el contexto de la comunidad o en el de otros. En
consecuencia, la libertad personal sólo es posible dentro de la comunidad, pero sólo en la
medida en que no llega a tener una existencia propia e independiente respecto de ellos.
A partir de lo referido sobre Marx, se señala un concepto erróneo común sobre la
diferencia entre la interpretación de la alienación de Hegel y Feuerbach y la de Marx. A
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lo sumo, de la teoría de la alienación, se han logrado comprender plenamente los
elementos básicos que desarrolló Marx, en el cual la crítica feuerbachiana pone la
abstracción por encima del contenido de la alienación o, en todo caso, transforma la
alienación en un sistema de abstracción, la exégesis de la teoría y práctica de la alienación
(Monge, 2013). En Hegel y Feuerbach, la objetivación y la alienación ocurren solo en el
nivel de la conciencia o del conocimiento. Para Hegel, el sujeto era el espíritu, pero para
Feuerbach, el sujeto era el ser humano.
En primer lugar, toda objetividad no es más que la objetivación de las ideas; esta
objetivación equivale a alienación en la medida en que la conciencia inexperimentada
percibe el producto apropiado para cada objeto y lo reabsorbe en sí misma. En Feuerbach,
en cambio, objetivación, y alienación no son sinónimos. La verdadera objetividad es la
realidad física que percibimos activamente a través de nuestros cinco sentidos, sin crear
nada original con ellos.
Feuerbach sostiene que esta sabia objetividad constituye la objetivación de la
naturaleza humana, pero entra en una relación cognitiva con ella, y al conocerla por lo
que somos, nos convertimos también en parte de nosotros mismos. Ahora bien, los objetos
religiosos no son objetos reales, pues son imperceptibles y no existen fuera de nuestra
conciencia. Se percibe como una entidad real y objetiva fuera de la conciencia humana
individual (Harvey, 1997). La objetivación mental inconsciente del hombre como
superhombre por la religión es exactamente lo que Feuerbach entendía por alienación.
También es el caso de las ideas de Hegel.
Se dice que la idea de Hegel tiene una cualidad que evita la objetivación y que se
conoce a sí misma a través de quienes la llevan a lo largo de su historia. Para Feuerbach,
la interpretación hegeliana de esta alienación es invertida y debe ser explicada con
franqueza. ¿Cuál es, entonces, esta actividad que caracteriza al hombre? El conocimiento,
como en Hegel y en todas las tradiciones filosóficas anteriores, prioriza claramente la
teoría sobre la práctica. Entonces, si este último no se considera separado del primero,
puede considerarse de manera que dependa completamente de él, es decir, como una
simple aplicación de este último. Para Feuerbach, en la naturaleza del cristianismo, la
práctica es sinónimo de acción motivada por el lucro egoísta, y en este sentido es
subjetiva, a diferencia de las verdaderas visiones teóricas, que para él son siempre
despreocupadas (Cornehl, 1969).
Para Marx, trasladar el pensamiento de Feuerbach a lo social, lo económico y el
ámbito político, para Hess (2004), es un concepto paralelo reconocido de alienación
convencional, condicionado por la alienación teórica judeocristiana y la religión. El
propio Marx, que tenía su propia traducción política y social de la crítica de Feuerbach,
aplicó esta versión realista del concepto de alienación acuñado por Hess, pero lo llevó a
un sentido diferente, decididamente materialista.
En este sentido, para Croce (2005), el historicismo, como un medio histórico de
la naturaleza humana, devela las acciones reales que inculca pueden ser nobles o viles, al
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menos a propósito. Se propone, como Comte (2019), “reorganizar la sociedad”, o, como
Karl Marx, revolucionarla y racionalizarla, o, como otros filósofos, esclavizar a todos los
hombres a la obediencia, pero la irracionalidad es siempre la misma. En este sentido,
Comte (2019) no se opuso a la función de la teoría en las ciencias sociales, a pesar de su
rechazo de la metafísica y su apoyo al empirismo, y afirmó que la era moderna era
puramente hipotética; en tanto, la anarquía intelectual iba a ser reemplazada por una
reorganización intelectual.
Dicho de otra manera, por Croce (2005), en contraparte con la filosofía hegeliana,
que más que ninguna otra escuela de pensamiento ha intentado comprender la existencia
como síntesis de oposiciones, la vida como historicidad y la realidad como desarrollo
histórico. Que, en contra de sus mismos principios, se dedica a describir las etapas y el
curso progresivo del pensamiento para detener su desarrollo en la filosofía de la idea, más
allá de la cual no hay paso posible; asimismo, describe el curso de la religión y del arte
para conducirlo a la misma filosofía en la que se aplaca lo uno y lo otro y recorrer la
historia universal para coronarse con el mundo germánico, que sería el mundo de la
comprensión plena, el que más atención ha recibido.
Después de esto, el materialismo histórico se impuso, gracias al epígono de Hegel
(Croce, 2005). Karl Marx, quien esboza la progresión de la historia humana desde la
economía antigua, o esclavitud, a la economía medieval, o servidumbre, a la economía
capitalista moderna, o economía asalariada, a través de la cual siempre está agobiada por
el yugo de hierro de la necesidad, cree que la humanidad está actualmente a punto de
entrar en el estado terminal e ideal de la economía comunista, que tiene la tarea de
establecer el reino de la libertad en la tierra.
La creencia de que la vida y la realidad no son más que historia se denomina, por
Croce (2005), “historicismo” en el sentido científico de la palabra. Esta afirmación refuta
la teoría de la superhistoria, que divide la realidad en un cosmo de nociones o ideales, así
como en un submundo imperfecto que lo hace o lo ha hecho. En la actualidad, de manera
precipitada y poco fiable, sobre los que será práctico imponerlos hoy.
La historia puede estar contaminada por el tiempo, o puede ser simplemente una
realidad racional, llena de ideales. Debido a que a esta concepción también se la denomina
“racionalismo abstracto”. El historicismo surge en oposición y como polémica cuando se
demuestra que los principios e ideales utilizados para modelar y juzgar la historia no son
universales.
A priori, para Croce (2005), la filosofía de la historia juega su parte o su juego,
pero, si se quiere, no se piensa en divisiones entre diversos grupos históricos normales.
Es decir, no construye una narrativa en primer lugar, pero ella lo tiene y ante ella puede
entregar lo que llama la historia interior, la verdadera historia, bajo la superficie, se
convierte en el mito de Croce y, en concordancia con Godelier (1977), refiere que el
enfoque marxista del pensamiento mitológico incluye una reflexión sobre la sociedad y
la historia y, sobre todo, en la relación del hombre con la naturaleza y los demás. Para
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este autor, el pensamiento mítico distorsiona, transforma e intercambia tanto la relación
entre la naturaleza y la sociedad, por lo que la mitología siempre tiende a ser fantástica y
extraña, a través de la cual la gente percibe el realismo por analogía.
El materialismo histórico desde Hegel hasta Marx
La procedencia del materialismo es identificarse con Hegel, desarrollar al ser
humano como libre, consciente y racional, y discutir los criterios y métodos simbólicos
por los que opera esta teoría de las propiedades empíricas, la socio-histórica que conduce
a la teoría de la síntesis y la evolución del método marxista. De ser así, obstaculiza la
capacidad de Marx para impedir el desarrollo de tales contradicciones y el determinismo
histórico, que implícitamente reconoce la inevitabilidad del elemento subjetivo ante la
aniquilación de estas contradicciones, la racionalidad.
La teoría revolucionaria de Marx es inseparable desde el momento en que se
concibe, y existen claramente dos enfoques, según se centre en la necesidad o en la
posibilidad (Álvarez, 2011). El análisis de Marx y, sobre todo, la percepción general de
su obra no constituyen un enfoque puramente objetivo, es decir, una estrategia
revolucionaria particular, necesariamente dogmática o no sujeta a la libertad humana,
basada en un fundamento y una dirección.
Esta identidad hegeliana es la situación revolucionaria, la contradicción, las
condiciones posibles del neomarxismo, la base de la viabilidad revolucionaria y
contrarrevolucionaria, y el motor fundamental para el desarrollo del macrosujeto, por así
decirlo (Ythier et al., 2022). El historicismo en su pensamiento toma el carácter del
proletariado o campesino europeo y se asocia con las leyes de la naturaleza, y, por tanto,
con la teoría del acaparamiento, o necesidad. Por otro lado, la explicación historicista en
este sentido es claramente condicional. Estudiar cada uno de estos procesos por separado
y compararlos entre sí facilita encontrar el quid del fenómeno, pero esto no se generaliza
al análisis hipotético e histórico. El marxismo es una cuestión de claridad y opinión de
clase, a medio camino entre los debates culturales, el conocimiento de la verdad, el
análisis crítico de esta, y las metas y objetivos que teóricamente impulsan el
comportamiento humano, que en la práctica no se consideran erróneos.
No es un sistema, sino una organización destinada a aprender más sobre sus
características históricas. Ahora bien, los escritos de Marx se relacionan con la
globalización, la formación del mercado mundial, la revolución interna del capitalismo,
el fenómeno de la contradicción, así como con las consecuencias irreversibles, conocidas
como la contradicción de la objetivación. Desde entonces, el idealismo de Hegel es el
círculo filosófico que debe delimitar el campo de la creación del conocimiento, y la
tradición científica de Marx. Él se encontró con uno de ellos desde el mismo comienzo
de su formación: una idea única derivada de Hegel.
El hegelianismo se originó en dos movimientos principales, la derecha y la
izquierda. La primera selecciona las características de la estructura bíblica de Jesucristo,
como la unidad en la diversidad (Gooch, 2011). En tanto, en la izquierda, nos centramos
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en el respeto histórico-lógico a la dualidad. Así, el marxismo y la historia eran filosofías
revolucionarias, una época en la que los pensadores de izquierda no se atrevían a
cuestionar los fundamentos de la democracia.
La historia del legado de Marx nos obliga a distinguir entre el nivel de
pensamiento filosófico y la voluntad de rechazar las doctrinas que se han convertido en
ideologías que sirven para justificar la política del socialismo moderno. Articuló el
concepto antropológico de alienación con su importante conexión con la identidad social,
pues, dentro del propio modelo marxista, basado en varias dialécticas, un conjunto de
reglas que rigen la parte fáctica, y en una seria contradicción con la comprensión
hegeliana de la dialéctica, el método lógico y la fuerza impulsora detrás de este proceso
manipularon la evidencia del ideal de Marx, sin embargo, cuestionó su comprensión de
que el mundo pertenece a otra cosa y negó la naturaleza del conocimiento.
Así, mientras ciertas dialécticas marxistas se identifican con el contexto de la
ideología, la ontología y la historia, la dialéctica de Marx se asocia con otro aspecto de
Hegel, a saber, el desarrollo, con premisas totalmente definidas. Es decir, hacia una
comprensión amplia, completa y general. En este sentido, la dialéctica de Hegel es el
primer método de toda dialéctica, pero, después de quitarle la mística a Marx, esto es lo
que la distingue del modelo marxista (Ambriz, 2016). El marxismo, según el filósofo
francés Michel Henry (1976), es el conjunto de los contrasentidos cometidos sobre
Marx”. Esta descripción no podría ser más precisa. Sin embargo, debemos evitar caer en
la contradicción opuesta. La fantasía de defender la supuesta inocencia y pureza de Marx
frente a los marxismos impuros es una de las ilusiones más estériles y complacientes.
Sin embargo, esta oposición constante a las teorías de Marx adquiere una vigencia
renovada como resultado de la persistencia y, en algunos casos, de la agudización de las
formas de dominación que criticaba. La dialéctica histórico-crítica es la principal técnica
analítica legada por Marx. Su enfoque para pensar el presente implicaría exponer y
explicar las formas que adopta la alienación en el presente, al mismo tiempo que
contribuye a la transformación de las relaciones y de prácticas enajenadas.
El neomarxismo es una metodología histórica y humanización de la
naturaleza: el germen de Antonio Gramsci
Con la intención de recuperar la lógica específica de los objetos y procesos
históricos, Marx se adhirió a la práctica revolucionaria de su teoría general, conocida
como “Capitalismo”. El modelo marxista se movía entre las explicaciones científicas de
las relaciones sociales y naturales y enfatizaba el tratamiento inevitable de las
abstracciones jurídicas. En este ensayo, los autores se preocupan por codificar el
marxismo en un corpus más o menos estructurado, cuyos elementos centrales son el
materialismo dialéctico y la historia de la escuela neomarxista. La naturaleza está
enraizada en el conocimiento científico sobre las realidades sociales y el cambio político;
como expresión teórica de la práctica revolucionaria (Abad, 2016).
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El legado de Marx es un importante sistema de clasificación y una interpretación
materialista de la historia, basada en una ideología desarrollada sobre la base de supuestos
empíricos. El marxismo requiere tanto la práctica política como el análisis social
científico con fundamentos teóricos y metodológicos (Boron, 2006). El pragmatismo del
materialismo histórico afecta las condiciones de existencia de la sociedad. Por otro lado,
esta práctica aplicada por Marx es una dialéctica adaptable a cualquier tema, siempre que
se quiera descartar sus escritos como una visión de la realidad que debe ser comprendida
con énfasis en el autodesarrollo y cambio.
Nada más que la historia de la humanización de la naturaleza y de los humanos
enfatiza la necesidad de métodos que incorporen materiales experimentales para lograr
aumentos crecientes de manera sostenible. Desde el punto de vista de la ciencia como
autoconciencia teórica, Marx hizo poca distinción entre la ciencia de las relaciones
sociales y el relato de la naturaleza humana, sólo entre las ideas (Álvarez, 1978; Pinkard,
2001). Tiene el poder creativo para desafiar tal orden. Entonces, según el método
histórico, en cierto sentido, los objetos se heredan a su manera, esa herencia está
genéticamente determinada al capital como algo que cambia constantemente.
Se puede decir que es un modelo dialéctico que persigue la síntesis y la
encarnación a través del análisis de la globalización del conocimiento, pues presenta una
estructura objetiva, una dialéctica utópica, así como una interpretación de la obra como
su propio método histórico independiente. Este ensayo examina la contribución e
interpretación de la historia de Marx contrariamente a Hegel, Feuerbach y en trazas a
Hobbes, un análisis de las obras revela que el Tratado de París, El Capital y el Manifiesto
Comunista están asociados con Engels, una especie de historia del materialismo en
constante progreso, el materialismo dialéctico.
Los argumentos de los practicantes marxistas se encontraron con el marxismo
italiano de Antonio Gramsci y propusieron la filosofía práctica como una forma de
interpretar el marxismo desde el interior absoluto y negativo. Aceptando todas las
interpretaciones trascendentales de la vida. Nuevas herramientas contra la supremacía de
las personas, derivadas de tres factores genéticos históricos de alienación humana:
propiedad privada, división del trabajo y producción de mercancías, para construir seres
humanos.
En este sentido, se fundamenta la situación creada por el orden mundial
emergente, representado por la globalización, el libre comercio, el capitalismo y un
enfoque neoliberal del desarrollo, que integra a los estados transnacionales y marginados
como entes reguladores. Desde el pensamiento social latinoamericano, sin romper con los
referentes universales, el neomarxismo surge de la crítica al desarrollo como una nueva
forma de analizar el modernismo y las razones instrumentales de este modernismo, así
como la no linealidad del tiempo intersubjetivo, la identidad y la diversidad cultural.
En esta perspectiva de innovación, Gramsci reevalúa y promueve filosofías de la
práctica, teorías del comportamiento social colectivo desde la perspectiva de la
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multidimensionalidad y la intersubjetividad, y la construcción de alternativas, el
pensamiento crítico, las promesas de progreso, la justicia, la solidaridad y la elevación
evolutiva como medios mediante el cual se fabrican e imponen condiciones sociales y
culturales a favor de las condiciones imperantes a través de la alienación humana. Frente
a esta tradición, sólo podemos citar un pasaje referente a Marx que sirve como clave para
interpretar los escritos de Gramsci (2012), introduciendo los problemas esenciales del
materialismo histórico de Quaderni:
“Puede ocurrir que una gran personalidad exprese su pensamiento más
fecundo no en el lugar que tendría que ser aparentemente el más «lógico»,
desde el punto de vista de la clasificación externa, sino en otro lugar que
aparentemente se puede considerar extraño. Un político escribe de filosofía:
pero puede ocurrir que su «verdadera» filosofía tenga que buscarse en los
escritos de política. En toda personalidad hay una actividad dominante y
predominante y es en ella donde hay que buscar su pensamiento, implícito
las más de las veces y quizá en contradicción con el expresado ex professo.
Es cierto que en este criterio de juicio histórico hay un gran peligro de
diletantismo y que en su aplicación hay que ir con mucha cautela, pero esto
no quita que el criterio sea fecundo para el establecimiento de la verdad”.
Aceptar este criterio nos obliga a pasar a un análisis de los conceptos clave de toda
teoría política gramsciana: la noción de hegemonía en términos de la tradición marxista,
y la profundización de la teoría política. El mensaje original de Marx puede ilustrarse
como un pasaje de la fórmula literal a su espíritu más profundo e importante: el
comunismo.
Así, el desarrollo posterior de Quaderni no solo confirmó la relación indivisible
entre Lenin y Marx, sino también su contribución personal al desarrollo de la filosofía
práctica; y, al menos subjetivamente, confirmó la profunda continuidad que Gramsci
buscaba establecer. Para hacer una transición exitosa del reino, Gramsci ha estudiado y
construido elementos de la psicología histórica de las masas, construyendo una sola
escuela con el espíritu de la doctrina marxista en un contexto histórico-político
completamente diferente al que se ha construido en esencia, para ayudar inevitablemente
en el reino de la libertad, el comunismo.
Este comunismo es la solución real a las luchas entre el hombre y la naturaleza,
entre el hombre y el hombre, entre el ser y la esencia, entre la objetivación y la afirmación,
entre la libertad y la necesidad, entre el individuo y el género. El neomarxismo adopta así
una interpretación posmoderna de los tiempos cambiantes, desenmascarando la narrativa
antineocolonialista, emancipando a la humanidad y empoderando a los actores que
promueve y esclarece a partir de las prácticas existentes.
Sus discursos son la defensa de los saberes ancestrales, la identidad universal, la
autodeterminación, la relación del hombre con la naturaleza, la soberanía, la
multiculturalidad y el colectivismo, los conflictos morales y culturales constructivos
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frente al equilibrio de poder, el capital centrado en la máquina reproductora ideológica
que corrompe el istmo y el imperialismo.
Ante esta dependencia, con su inocencia y corrupción, el desafío es doble: abrir los
frentes de lucha para recuperar la independencia perdida y, si es necesario, iniciar una
segunda independencia, y la liberación espiritual, ambas a promover con urgencia la
forma en que las minorías piensan y actúan, involucrándose en políticas capitalistas
imperialistas transfronterizas, no solo en interés del estado, sino también frente a la
contaminación ideológica causada por las convenciones culturales.
Por estas razones, el neomarxismo va más allá de los argumentos económicos
clásicos hacia un movimiento de vanguardia que, según Lenin, corresponde a un solo
partido revolucionario: el que contiene los componentes más avanzados de la economía
rusa. La clase obrera construye un equipo de dirección revolucionaria que surge del
corazón del pueblo en el proceso de implementación de una dirección común, guiada por
la teoría revolucionaria y un contingente de intelectuales orgánicos, según la perspectiva
política de la lucha política que utiliza y planta cara a la clase obrera de la vida cotidiana
(Calvez, 1958; Cohen, 1986). Porque para conquistar a una minoría organizada y
dirigente, es necesario unir a la mayoría de la población en torno a ella.
Bauer y Kant, influyentes en Marx y su materialismo: trabajo y libertad
El modelo de perfeccionismo, tras Kant, es el que caracteriza las obras iniciales
de Karl Marx: la filosofía poskantiana. Marx comparte la tradición idealista de Bauer y
Leibniz, el énfasis en la autorrealización, que subyace a su ethos de trabajo. Esto no sólo
empobrece a los trabajadores, les roba la gratificación material, sino que, sobre todo,
socava su libertad, su capacidad de autodeterminación en su trabajo (Zeleny, 1972). Marx
contrasta su incipiente materialismo con las corrientes de Feuerbach.
En lugar de apreciar el cambio, Feuerbach celebra la ubicación sensorial, la
pasividad y la receptividad, es decir, la inmersión humana y la dependencia de la
naturaleza. El mismo Feuerbach creía que este cambio al naturalismo representaba un
paso teórico para alejarse de los místicos idealistas, sin embargo, como señaló
críticamente Marx, la integración del sujeto humano con la naturaleza se ha logrado a un
alto precio, y el dinamismo de la subjetividad, la autoactividad y la auto creación, es decir,
una parte importante del legado idealista pierden elementos.
Marx quería preservar este significado, pero lo incorporó en su teoría del trabajo,
pues de la comprensión marxista del trabajo se deriva de elementos de la tradición
idealista alemana, particularmente su crítica al idealismo de Leibniz (Casales, 2022).
Entonces, incorpora ideas de espontaneidad y de autoformación. Ciertas nociones de
causalidad intrínseca subyacen al marxismo sobre el trabajo constante, como la idea de
Leibniz de que la espontaneidad es una acción autogeneradora en lugar de una mera
reacción a causas externas. Estas ideas se desarrollaron aún más bajo la influencia de la
Razón práctica de Kant, que enfatiza la autonomía o la autodeterminación racional y
rechaza la heterosexualidad (Carrera, 2020).
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Es desde este punto de vista que la peculiaridad de la teoría de la alienación de
Marx se revela con mayor claridad. Según Carroll (2018), Marx conecta la espontaneidad
y la autonomía con la actividad y considera las condiciones específicas de la actividad
autodeterminante. En general, el supuesto cambio de la filosofía política a la ganancia
social en estos primeros textos marxistas es menos discutido. En la segunda parte de Sobre
la cuestión judía, Marx señala no sólo la diferencia entre la emancipación política y la
humana, sino también la parte específica de la sociedad de la que debemos emanciparnos,
por lo que esta interpretación es tanto más autorizada.
De esta forma, los autores proponen una crítica de los derechos humanos que
cuestione el tránsito de la política a la sociedad. Más claramente, una crítica de los
derechos humanos; crítica de la emancipación política como una ilusión política, entonces
la emancipación humana implica un rechazo político basado en la superioridad social en
lugar de un reclamo rara vez discutido. Como tal, el debate sobre los derechos humanos
puede tener un significado muy distinto del de la propia ideología política.
Marx vuelve a subrayar que el límite hasta el cual el judío se emancipa no está en
la religión. Su conciencia religiosa; por el contrario, lo es en su existencia social y en sus
premisas mundanas, se puede decir por anacronismo. Entonces, ¿cuál es el fundamento
secular del judaísmo? Necesidad práctica, interés egoísta. ¿Cuál es el culto secular
practicado por los judíos? ¿Cuál es tu dios mundano?
Por tanto, la condición para la verdadera emancipación judía y, en general, para
la emancipación no está en la superación de las limitaciones religiosas, sino en la
emancipación de las necesidades prácticas, guiada por el egoísmo (Cristobo, 2014). Al
liquidar estos cimientos sociales, la imagen del judío se convierte en un peso muerto,
eliminando el espíritu práctico del judaísmo, su naturaleza práctica, y tal judío no tiene
razón de existir.
Para Marx (2004), el tema de la emancipación judía fue decisivo porque la
naturaleza del judaísmo se hizo evidente, más que un simple hecho puntual, como fue el
caso de otros grupos sociales, y aunque la sociedad burguesa no puede convencer a los
judíos de la impracticabilidad de su naturaleza religiosa, es correcto, es el ideal de la
necesidad práctica, no es más que un concepto. La verdadera naturaleza del judío es
reconocida y generalmente enjuiciada
En tanto, si aceptamos que las controversias religiosas y políticas son antiguas y
no las contradicciones o conflictos teológicos, la naturaleza de la liberación humana no
es la misma. Sería problemático interpretar la crítica de Marx tanto como una crítica
política como una crítica filosófica. En este sentido, Lambruschini, (2017) sintetiza que
la crítica es política porque Marx trata de contrarrestar la forma burocrática en que Hegel
pensaba sobre la política. El deseo de una verdadera democracia y la emancipación de la
burocracia es, por lo tanto, el deseo de restaurar el papel de actores activos en la familia
y la sociedad civil.
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Así, un nuevo pensamiento político construido sobre la lógica democrática,
combinando el método de transformación de Feuerbach con la voluntad revolucionaria,
es que la emancipación humana no implica una afirmación menos discutida, sino la
superioridad social, es también un rechazo político basado en como tal, el debate sobre
los derechos humanos puede tener un significado muy diferente al de la propia ideología
política.
El tema de la emancipación de los judíos no fue un hecho aislado como sucedió
con otros grupos sociales, sino que fue crucial para revelar la naturaleza del judaísmo. Si
la sociedad burguesa no puede convencer a los judíos de la irrealidad de su naturaleza
religiosa, entonces lo es, y el ideal de la necesidad práctica es sólo conceptual. La
verdadera naturaleza del pueblo judío es generalmente reconocida y aceptada. En segundo
lugar, si aceptamos que las diferencias religiosas y políticas son antiguas en lugar de
contradicciones o conflictos teológicos, entonces la naturaleza de la emancipación
humana no es la misma.
Historia y dialéctica de Marx y Engels
El punto de partida del desarrollo del pensamiento dialéctico-histórico-
materialista de Marx fue su crítica a la filosofía de Hegel, iniciada con la publicación de
La ideología alemana en 1846. Después de este escrito, según el traductor, Marx afirmó
haber roto la premisa de la filosofía neohegeliana de Feuerbach. Así se estableció una
visión científica de la sociedad basada en el análisis del capitalismo (Miller, 1979). El
trasfondo histórico de esta revolución en el pensamiento científico occidental, junto con
las interpretaciones de los más diversos campos de la ciencia, ha propiciado una nueva
comprensión del mundo basada en principios materialistas.
En este sentido, la revolución que el pensamiento histórico-dialéctico ha traído al
campo social de la ciencia se asemeja al aporte del darwinismo al campo de las ciencias
biológicas; a pesar de las limitaciones del darwinismo y del darwinismo social. En
general, el materialismo histórico-dialéctico se caracteriza por abarcar la filosofía, la
economía, la sociología y la antropología, y busca definir objetos de conocimiento desde
una perspectiva histórica, a través de una comprensión de los intermediarios y sus
interrelaciones. Los fundamentos económicos del marxismo se basan en las críticas
clásicas de la economía política, Marx superó la crítica de los economistas de su tiempo
que no analizaron la plusvalía en su forma pura.
El materialismo dialéctico-histórico, como base filosófica, contrasta con la
dialéctica idealista de Hegel, que sostiene que todos los fenómenos de la naturaleza y la
sociedad se fundamentan en ideas absolutas (Taylor, 1983). Por otro lado, para el
marxismo, que se originó sobre una base material, la primera hipótesis de la historia de
toda la humanidad es, por supuesto, la de la existencia de individuos vivos. Algunas ideas
de Hegel pueden corroborarse en los supuestos marxistas, como su perspectiva dialéctica
sobre la comprensión de la realidad.
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Sin embargo, en lugar de vincular estas ideas con el espíritu absoluto de Hegel,
las desarrolló en el marco de los conceptos materialistas. Hegel entendió el papel del
materialismo geográfico tanto como pudo la relación entre los objetos naturales y los
sujetos conscientes de sí mismos. Para Hegel, la base sobre la que se mueve la mente es
fundamental y necesariamente la base, y sólo sobre esta base pueden existir, actuar y
materializarse las personas.
El materialismo también se encuentra en la concepción de Feuerbach, que sirve
de base al materialismo de Marx. El objetivo principal de la teoría filosófica de Feuerbach
era criticar los aspectos religiosos de la filosofía de Hegel. Al igual que Marx, rechazó el
idealismo de Hegel y lo sustituyó por una visión materialista.
El marxismo sería, por tanto, una síntesis de elementos de la dialéctica de Hegel
y del materialismo de Feuerbach. Desde el principio, adoptó un método dialéctico y
rechazó el contenido idealista. Desde el segundo absorbió motivos materialistas y pintó
una visión estática de la realidad material. El materialismo dialéctico-histórico, como
enfoque epistemológico, se utiliza en la investigación científica para explicar la realidad
con el fin de mejorarla. Es la interpretación basada en la totalidad de los determinantes la
que nos permite comprender el fenómeno real, evitando el análisis redundante y
constituyéndose como una radiografía (Hegel, 1968).
A pesar de que el materialismo histórico-dialéctico ha financiado una variedad de
estudios, pocos textos de Marx y Engels se ocupan de los métodos de investigación que
sugirieron sus teorías. La bibliografía marxista nos permite recoger aspectos importantes
de categorías metodológicas que nos ayudan a comprender los fenómenos sociales de las
sociedades capitalistas. Para el materialismo histórico, los factores económicos y las
condiciones materiales son la mejor manera de explicar los fenómenos sociohistóricos,
principalmente los conflictos de clase, y, según ese enfoque, de revelar las causas de
diversos problemas sociales.
El materialismo histórico parte de una base económica que explica la realidad en
sus diversos aspectos. Según un enfoque conceptual, el término materialismo describe el
estado material de la existencia humana. El término historia entiende que la existencia
humana implica la comprensión de sus determinantes históricos, y el término dialéctica
presupone el movimiento de contradicciones propio de la historia misma. El materialismo
dialéctico es el fundamento filosófico del marxismo, como intento de encontrar
explicaciones coherentes, lógicas y racionales de los fenómenos naturales, sociales y del
pensamiento.
El materialismo dialéctico tiene una larga tradición en la filosofía materialista. A
su vez, se basa en una interpretación dialéctica del mundo. Dos raíces del pensamiento
humano constituyen el materialismo dialéctico, una concepción científica de la realidad
reforzada por la práctica social humana (Zumalabe, 2006). Así como Lukács expresó la
esencia social del pensamiento de Marx, busca señalar las dificultades ideológicas del
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capitalismo que derivan del carácter de deidad de la mercancía, es decir, de la alienación
en todos sus semblantes (Lukács, 1985).
Para ampliar nuestra comprensión del materialismo, necesitamos agregar algunas
ideas relacionadas con categorías y leyes; ya que, en el marxismo, las categorías se
forman en el desarrollo histórico del conocimiento y la práctica social, por lo que no existe
un número exacto de categorías formadas a medida que evoluciona el conocimiento. Las
categorías son conceptos, métodos y formas universales de percepción de las relaciones
humanas con el mundo que reflejan las características, leyes y cualidades más
predominantes de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento.
La crítica de Althusser hacia Marx: ciencia o materialismo histórico
Dentro del marxismo, los principales ataques se dirigieron a la crítica
althusseriana al historicismo marxista. En este empeño, Althusser describe como columna
vertebral de la teoría marxista, una ciencia definida por la teoría general del materialismo
histórico, y la filosofía. Marx lo llama materialismo dialéctico, lo cual es ciencia para
Althusser.
Desde el punto de vista de Althusser, los escritos sobre materialismo histórico o
contingente no nos muestran nada más que lo que estaba en el centro de las
preocupaciones de Marx y las semillas del análisis de Gramsci, a saber, el concepto
moderno de sociedad capitalista que llamamos soberanía y la superestructura o coyuntura
política que domina el orden continuo, ordenado y progresivo de la historia, antes oculto
en el mismo problema de Althusser. Esta fue claramente una visión o perspectiva analítica
que, debido a la interpretación estructural y al absolutismo epistemológico en el que se
basaba el discurso filosófico althusseriano, debería ser cerrada y no afectada por su
predicamento interno.
Pero puede decirse que el propio Althusser explicó, de manera gramatical, las
duras críticas a la historiografía marxista por su ambigüedad política y epistemológica,
incluso de forma sorprendente; y aquí basta con considerar su relación con Gramsci, con
sus contradicciones y excesos. Con base en estos principios, los autores intentan
comprender cómo la interpretación hegemónica del comunismo de Gramsci está
vinculada desde el principio, a saber, el conflicto entre el marxismo de Althusser y
Gramsci.
Con este primer punto de referencia explicado, el ataque de Althusser al
historicismo marxista adquiere sentido. Primero, el marxismo no tiene nada que ver con
la historia. Su ataque estaría dirigido directamente a quienes intentaron convertirlo en una
filosofía. Althusser explica a su juicio que, la lectura de la historia se basaba en
interpretaciones erróneas de algunos textos marxistas en los que se demostraba el poder
de Hegel. Por ejemplo, para obtener un conocimiento objetivo en el campo de la historia,
según Hegel, el autoconocimiento debe ser criticado y adquirido de esta manera. En este
caso, Althusser cree que hoy tiene el privilegio histórico de producir su crítica, su ciencia
en la autoconciencia (Padilla & Bey, 2016).
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Este enfoque lleva a definir el marxismo como la única historia que se conoce a
misma. Este es un ejemplo de historiografía absoluta. Mientras tanto, Gramsci, junto
con Hegel, no solo asume la existencia de una verdad epistemológica y ontológica del
pasado, sino que también enfatiza el papel práctico de la teoría marxista en la historia
real. El neomarxismo sabe que la idea del mundo se da en la vida práctica de todos, no
sólo entre las personas, sino también entre quienes filosofan.
De este debate entre ciencia y materialismo histórico, Althusser advierte que la
equiparación de la visión del mundo con el marxismo conduce a la reducción de ambos a
la teoría (Althusser, 1988 [1962]). Este es el problema, porque para Althusser identificar
la ciencia de la historia con la historia real significa reducir el objeto de la teoría de la
ciencia histórica a la historia real, lo que equivale a confundir el sujeto del conocimiento
con lo real, una especie de empirismo. El reconocimiento de los procesos históricos y
teóricos no está relacionado con la realidad de la ciencia moderna, sino con su concepto.
El historicismo absoluto, en cierto sentido, repite reformas económicas porque ahora es
la forma criminal.
En definitiva, los autores concluyen que la historia no es un juicio, cuya lectura
es inofensiva, sino que es una lectura directa del presente. Para Althusser, por el contrario,
la relación histórica entre los efectos y sus condiciones debe considerarse una relación de
producción, no un enunciado. En este sentido, Pernalete et al. (2023) conciben la historia
del legado de Marx como un contraste entre el nivel del pensamiento filosófico y el deseo
de romper con las doctrinas que se han vuelto ideológicas al servicio de la justificación
política socialista. Así, el marxismo ideológico es una cuestión de claridad y opinión de
clase, a medio camino entre los debates culturales, el conocimiento de la verdad, el
análisis crítico de esta verdad, y las metas y objetivos que teóricamente impulsan el
comportamiento humano, y en la práctica no se consideran erróneos.
E sto significa que la filosofía no se diferencia en esencia o en cualidad de otros
mundos de relaciones ideológicas, sino sólo en términos cuantitativos. La filosofía, por
su carácter crítico, incluye temas que van más allá de los intereses inmediatos de un
determinado grupo social; y la ideología, por su parte, es todo lo relacionado con lo
inmediato, localizado en el espacio temporal. Al establecer una diferencia cuantitativa
entre la filosofía y otras formas de pensamiento como el sentido común o la religión,
Gramsci muestra que la característica definitoria de la filosofía es una concepción
constructiva del mundo. Pero esto es, después de todo, la filosofía es siempre una
ideología, porque es una percepción del mundo que parte de una situación específica, en
un momento específico de la historia (Gómez, 1993).
Finalmente, dentro del neomarxismo, Gramsci busca asumir el control total del
proceso social. Todavía no está claro qué formas adoptará esta nueva hegemonía en
relación con esa burguesía, pero, sin duda, serán drásticamente diferentes a ella. El
marxismo, una doctrina que no sólo se ha liberado, o debería liberarse, de las ideologías
burguesas dominantes como el positivismo, el kantismo o el pragmatismo, es el
responsable de crear este marco teórico para la lucha de clases.
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En este sentido, el materialismo histórico, liberado de sus nociones anticuadas de
mecanicismo y determinismo, es o se desarrolla como una filosofía basada en la praxis,
pero criticó a la modalidad organizativa sucesora de Lenin, si se refiere a un puro partido
ejecutor sin deliberación alguna, entonces cnicamente es un cuerpo policial, y su
nombre de partido es una pura metáfora de naturaleza mitológica (Cospito, 2016).
Conclusión
El enfoque dialéctico-histórico-materialista constituye una corriente preocupada
por el análisis de las características de la sociedad y de las relaciones económicas que en
ella existen. El enfoque materialista muestra la relación entre el objeto de estudio y su
contexto social, reafirmando su conexión con la realidad que lo rodea. Este punto también
se relaciona con el aspecto histórico del marxismo, que entiende la sociedad en términos
de su organización a lo largo de la historia. En tanto, la visión hegeliana de la historia se
basa en criterios materiales, en una sola época histórica homogénea, más que fragmentada
según el desarrollo del pensamiento; así, algunos textos de Marx y Engels sobre el
concepto de historia se prestan bien a este tipo de interpretación.
Engels, por ejemplo, dice que el pensamiento tradicional, que también adoraba a
Hegel, ve al Estado como un determinante y, en la sociedad civil, como un factor regulado
por el Estado, y agrega que la apariencia es lo que justifica la idea. La teoría histórica
marxista debe cubrir el estudio de varios modos de producción, debe servir para el estudio
de una realidad particular y debe usarse para crear conocimiento histórico en un dominio
particular, así como para la formación de vínculos sociales y políticos.
En este nivel, se trata del uso de la teoría histórica marxista, un conjunto de
conceptos del materialismo histórico en el estudio de un objeto histórico particular, lo que
distingue al historiador marxista. La teoría revolucionaria de Marx es inseparable desde
el momento en que se concibe; existen claramente dos enfoques, según se centre en la
necesidad o en la posibilidad. La filosofía marxista de la praxis surge en la historia, es
decir, se ve claramente como una parte transitoria del pensamiento filosófico, y en todo
su sistema se evidencia también que es la conocida teoría del desarrollo de la historia, con
un momento que está a un paso de donde se necesita, el reino de la libertad; y toda
filosofía que haya existido alguna vez es una expresión de un conflicto interno
fragmentado de la sociedad.
Sin embargo, para autores que se oponen a la exégesis tradicional de Marx, como
Benedetto Croce y Maurice Godelier, dos categorías separan naturalmente e
inevitablemente la experiencia humana: la que está directamente bajo el control del
hombre en la sociedad y la naturaleza, y la que no lo está. Pero, las ideas de Feuerbach
fueron sin duda adoptadas por Marx y Engels para impulsar una corriente que se
conocería como Materialismo Histórico en la actualidad y se evidencia, hoy en día, su
investigación sobre él en la materialidad del ser humano y, lo que es más importante, en
los diversos procesos históricos que surgieron de las diversas actividades sociales que los
hombres habían realizado a lo largo del tiempo.
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