Revista del Mar Caribe, Vol. 1, Núm. 1, julio-diciembre, Año 2025 ISSN (en trámite)
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aulética y la citarística, todas vienen a ser, en conjunto, imitaciones. Pero se
diferencian entre sí por tres cosas: o por imitar con medios diversos, o por imitar
objetos diversos, o por imitarlos diversamente y no del mismo modo. Pues, así
como algunos con colores y figuras imitan muchas cosas reproduciendo su
imagen (unos por arte y otros por costumbre), y otros mediante la voz, así también,
entre las artes dichas, todas hacen la imitación con el ritmo, el lenguaje o la
armonía, pero usan estos medios separadamente o combinados; por ejemplo,
usan sólo armonía y ritmo la aulética y la citarística, y las demás que puedan ser
semejantes en cuanto a su potencia, como el arte de tocar la siringa; y el arte de
los danzantes imita con el ritmo, sin armonía (éstos, en efecto, mediante ritmos
convertidos en figuras, imitan caracteres, pasiones y acciones). Pero el arte que
imita sólo con el lenguaje, en prosa o en verso, y, en este caso, con versos
diferentes combinados entre sí o con un solo género de ellos, carece de nombre
hasta ahora” (Aristóteles, 1974, pp. 126-128).
La verosimilitud, asimismo, se apoya en la teoría platónica de las formas o ideas,
señalando la carga de realidad o irrealidad que tienen, en su participación más o menos
relativa del Ser, que en el platonismo es la idea del Bien y de lo Bello, el kalos kai agathos
καλοκἀγαθία, todo lo cual se compacta en su símil de la línea, antesala del mito de la
caverna.
Hipócrates, Kant y Platón
En su diálogo El Sofista, Platón plantea la problemática relación entre el
significado del “ser” y del “no-ser”, es decir, entre aquello que posee una esencialidad
ontológica constante, como lo constituyente, y aquello que posee una esencialidad
ontológica fluctuante, como lo constituido. Al “ser” le pertenece la “verdad”, al “no-ser”
la “verosimilitud”.
“No se diga que, después de haber demostrado el no-ser como lo contrario del
ser, nos atrevemos a afirmar que existe. Porque respecto de lo contrario del ser,
ha largo tiempo que hemos declarado, que no nos cuidaremos de saber, si existe
o no existe, si es conforme a la razón o si le repugna. En cuanto a nuestra
proposición: que el no-ser existe, es preciso que se nos pruebe, refutándonos, que
estamos en el error; y si no es posible esto, es preciso que se nos diga, como lo
decimos nosotros, que los géneros se mezclan los unos con los otros; que el ser y
lo otro penetran en todos y se penetran ellos mismos recíprocamente; que lo otro,
participando del ser, existe en virtud de esta participación, sin convertirse en
aquello de que participa, sino permaneciendo otro; y en fin, que siendo otro que
el ser, es claro como el día, que es necesariamente el no-ser. A su vez, el ser,
comunicado con lo otro, es otro que todos los demás géneros, siendo otro que los
demás géneros, no es, ni cada uno de ellos, ni todos ellos juntos, y no es más que
él mismo; de suerte que indudablemente hay mil cosas, que el ser no es bajo mil
relaciones; y todos los demás géneros en igual forma, ya se les considere en
particular o ya todos a la vez, son de muchas maneras y de muchas maneras no
son” (Platón, 1871, pp. 119-120).
Los géneros a los que se refiere Platón son:
• El Ser