Revista del Mar Caribe, Vol. 1, Núm. 1, julio-diciembre, Año 2025, ISSN (en trámite)
ARK: ark:/10951/rmc.art1/v1n12025
15
Mariátegui, este revisionismo marca el determinismo marxista, aprovechando la posición
de la intelectualidad liberal para exagerar, de manera interesada, el determinismo de
Marx.
“Los revisionistas substituyeron la dialéctica, es decir, la doctrina sobre el
desarrollo a base de las contradicciones internas y de los saltos, por un vulgar
evolucionismo que concibe el movimiento como un simple proceso de aumento, como una
evolución lenta y gradual” (Rosental y Ludin, 1960, p. 443). En este punto, al determinar
teóricamente la conciencia proletaria a partir de las condiciones materiales, esta no
debería variar según el significado limitado de la lucha de clases, sino, por el contrario,
en función de la situación política abierta (Luxemburgo, 1915). En consecuencia al
fenómeno social del determinismo, Mariátegui (2023) expone: “El concepto difuso y
urgente de que el mundo entraba en un ciclo nuevo, despertaba en los jóvenes la ambición
de cumplir una función heroica y de realizar una obra histórica” (p. 131), esto con base
en la ideología y reivindicaciones de la reforma universitaria en Córdoba, Argentina;
suscitado entre 1926 y 1927 y, el autor afirma: “El proceso de la agitación universitaria
en la Argentina, el Uruguay, Chile, Perú, etc., acusa el mismo origen y el mismo impulso.
La chispa de la agitación es casi siempre un incidente secundario; pero la fuerza que la
propaga y la dirige viene de ese estado de ánimo, de esa corriente de ideas que se designa
—no sin riesgo de equívoco— con el nombre de nuevo espíritu” (Ídem, p. 131).
Es lógico que la nueva generación sienta estos temas con una intensidad y pasión
desconocidas para las generaciones anteriores. Y si bien las opiniones de las generaciones
anteriores, de acuerdo con el ritmo de su época, eran evolutivas y pasivas, las de la nueva
generación son espontáneamente revolucionarias. Este es el materialismo, instrumento de
acción, de verdad y de orden pragmático, como expresión de las necesidades y tareas de
clase, se convierte en una perspectiva, es decir, una fuerza motriz, cuya realidad objetiva
se mide por el poder de su acción, la sustancia revolucionaria: el método. El método es la
fuerza absoluta, única, suprema, objetiva e infinita a la que ningún objeto puede resistir;
es la tendencia de la mente a buscarse y reconocerse en todo (Hegel, 1816, como se citó
en Friedrich y Pajuelo, 2023).
¿Pueden existir decisiones volitivas cuya esencia no se expresa de ninguna forma,
sino que solo se manifiesta? La revista “Amauta” trata sobre Mariátegui en el campo
intelectual: “En el Perú se siente desde hace algún tiempo una corriente, cada día más
vigorosa y definida, de renovación. A los feautores de esta renovación se les llama
vanguardistas, socialistas, revolucionarios, etc. La historia no los ha bautizado
definitivamente todavía. Existen entre ellos algunas discrepancias formales, algunas
diferencias psicológicas. Pero por encima de lo que los diferencia, todos estos espíritus
ponen lo que los aproxima y mancomuna: su voluntad de crear un Perú nuevo dentro del
mundo nuevo. La inteligencia, la coordinación de los más volitivos de estos elementos,
progresan gradualmente. El movimiento –intelectual y espiritual– adquiere poco a pocos
organicidad. Con la aparición de “Amauta” entra en una fase de definición” (Editorial
de “Amauta”, 1926, como se citó en Mariátegui, 1969b, p. 237). La expresión pura,
simple como tal, en su separación y anatomía de su esencia, y, además, en la medida en
que es capaz de manifestarse y revelarse, está determinada de manera arbitraria, variable
y, por tanto, necesaria como es y como resultado, el determinismo marxista y la sustancia